10 de octubre de 2008

Comentario del Artículo: ¿DONDE QUEDA LA FAMILIA EN LA TERAPIA FAMILIAR NARRATIVA?

Magnífico artículo del magnifico Salvador Minuchin. A través de la crítica nos hace más cercana el modelo de la narrativa. Crítica constructiva, ensalzando sus aspectos positivos que le han dado a la Terapia Familiar y destacando lo que pueden ser elementos de retroceso y volver a una línea más lineal e individual. La familia se convierte en un espacio intermedio dentro de un sistema mayor: la cultura, que influye en la realidad de los miembros de las familias. Por tanto, lo que tiene importancia es esa cultura y el individuo, no las pautas interpersonales.
Entonces, ¿qué es del juego familiar, de los límites, de los roles, de los mitos, de la jerarquía…? El terapeuta se limita a colaborar (no puede influir, porque si fuéramos expertos perteneceríamos a ese poder que explota al que no es poderoso) para cambiar la realidad. Como ideología es buena: la idea de izquierdas de romper con la hegemonía del poderoso. Quién no va a estar de acuerdo con ello trabajando en lo social. Conseguiríamos del mundo un lugar maravilloso y utópico.
Pero, a la hora de trabajar en terapia, nos ofrece un corsé demasiado ajustado que no permite movernos con libertad. Es cierto que ofrece unas técnicas creativas que pueden darnos mucho juego en terapia, pero siempre (al menos es lo que yo necesito en estos momentos) fijándonos en las pautas interpersonales, en los límites, en los juegos, en los roles, en la jerarquía. Dando prescripciones, colaborando, pero siendo experto que es lo que, finalmente, solicita la familia. Si no fuéramos expertos no vendrían a consulta. Pero, como dije ayer es cosa de probar, de leer, de razonar, de escribir y de coger lo bueno de cada cosa. También puede ser que a uno de los padres de la Terapia Familiar le de miedo que su hija se le haga mayor y lo pasé mal en la fase de la emancipación. Aunque de momento, yo estoy de acuerdo con el padre.
Si quieres leer el artículo pincha aquí o aquí.

9 de octubre de 2008

Comentario Prologo: Temas para conversar de R. Ramos

Prologo de A. Carreras.
Alberto Carreras nos presenta a Ricardo Ramos, psiquiatra, y el especialista por antonomasia en España de los modelos narrativos y conversacionales en Terapia Familiar Sistémica. Tomando estos modelos, corrige errores (algunos puntualizados en esta página) y propone su propio modelo que Carreras denomina Modelo Temático o Modelo conversacional en la red, debido a las dos novedades que observa: el trabajo en red (fascinante un psiquiatra trabando con la red social de un paciente) y la planificación de los temas a tratar en las conversaciones de la terapia. Mucho más adecuado, aunque el terapeuta se limite a conversar, éste dirige y va llevando a la familia a los temas que pueden dar con la disolución con el problema, con la ayuda de su red, activando en cada momento los miembros que sean necesarios. Un planteamiento que estoy deseando de conocer de cerca, leer más sobre el tema, especialmente los casos prácticos. También muy interesante el uso de metáforas y metonimias para tratar temas delicados, arma fundamental del terapeuta.
Un autor que piensa que “lo no dicho” no pertenece a la historia, en contraposición de la Escuela de Milán, donde era requisito indispensable sacar a la luz el juego familiar para la curación, juego que estaba lleno de “no dichos”. Personalmente, pienso que “lo no dicho” también pertenece a la historia, porque queda en el subconsciente de la persona y ello hace cambiar su conducta y, por tanto, la del resto del sistema. Si yo odio a mi hermano, le voy a seguir odiando aunque no se lo diga a nadie y eso se verá reflejado en la toda la estructura familiar. Un modelo que promete, menos radicalizado que los anteriores y corregido, aunque habrá que analizarlo mejor. Destacar, por último, la utilización de los elementos pragmáticos de la comunicación para cambiar la forma de pensar y su conducta.
Fuente: Alberto Carreras, Prologo del libro de Ramos, Ricardo, Temas para conversar, Ed. Paidós, Barcelona, 2008.

Comentario del artículo TERAPIA FAMILIAR, POSTMODERNISMO Y CONSTRUCCIONISMO SOCIAL

El autor belga Alfons Vansteenwegen, nos expone que el terapeuta sólo es experto en la conversación, pero no sabe nada sobre familias (al menos aparece el concepto), ni estructuras ni jerarquías. Es como si un médico, que se ha dedicado a estudiar el cuerpo humano, no sabe nada de cuerpo humano y cura a través de la conversación. Si estudiamos sobre familias, algo sabremos de familias y de un ideal de estructrura y jerarquía. Porque es algo tan antiguo como el mundo, que los padres, en una relación simétrica, mandan sobre los hijos. Si no es así, algo empezará a ir mal. Si existen figuras pseudoparentales en la familia extensa también puede empezar a existir síntomas. Esto lo sabemos y, estos síntomas o problemas, empiezan a desaparecer si la familia comienza a trazar límites claros y establecer la jerarquía. Para ello, existen estudios que demuestran que las intervenciones anteriores funcionan y son mucho más simples que esta teoría. Curioso lo de que el terapeuta puede cambiar. Idea que me surgió con el artículo anterior de McNamee y Keeneth pero olvidé anotar. Muy positivo que el equipo terapeutico (incluidos los del detrás del espejo) discutan delante de la familia, creando cambio a través de esta conversación. Y crear el problema como un proceso, en las que hay diferentes etapas. Similar a un PIR, donde nos ponemos pequeñas metas para alcanzar, finalmente, una mayor. Un problema complejo, lo dividimos en varios problemas sencillos para facilitar su disolución.

8 de octubre de 2008

La teoría herméneutica en la Terapia Familiar

Explica las premisas de la nueva teoría en la que se basa la TF en los últimos años partiendo de la teoría hermenéutica, es decir la interpretación. Ensalza el poder de la conversación en terapia como medio para disolucionar el problema, creando un sistema lingüístico entre el equipo terapéutico y la familia. Aunque en todo el texto ha aparecido la palabra familia, lo cual ya me parece un problema. Supera la cibernética de segundo orden para llegar a un cambio menos dirigido todavía. El cambio debe hacerlo la familia (hasta aquí de acuerdo), pero ahora el terapeuta debe conversar con ellos desde la postura de la ignorancia. Creando una nueva narrativa, pero que sean ellos quien la creen a través de las preguntas de un terapeuta, el cual no debe basarse en experiencias ni en premisas anteriores. Lo cual me crea un interrogante, qué ocurre con esas familias que piden recetas rápidas (para ello pagan) y el terapeuta solo hace preguntas y preguntas. Supongo que se irán. En mi contexto, no me queda ninguna duda. Las familias con transacción psicótica que acudan a colaborar en un proceso rehabilitador de su hijo, si ya es difícil conseguir cambios sin que sientan culpabilidad, veo difícil que encuentren una nueva narrativa sin ninguna directriz, sin que sientan que el terapeuta es un experto en salud mental. Veo difícil hasta que vuelvan a una siguiente entrevista, porque ya es bastante difícil si no encontramos un lugar para la colaboración mutua.
Sin embargo, encuentro muy interesante las líneas filosóficas: no hablarle al otro sino con el otro; la subjetividad (los miembros objetivos no participan en el sistema y entonces no pueden opinar “solo son objetivos los objetos”); crear un sistema lingüístico para la terapia; y, especialmente, que el terapeuta es un artista en la conversación (me parece fascinante el calificativo de artista). Esto es así, el terapeuta, independiente la corriente psicoterapéutica que elija para conseguir sus fines debe manejar la conversación como un pintor los colores o un escultor los materiales. Es nuestro arma.
Muy en la línea de la narrativa y el constructivismo social, pero dándole una vuelta de tuerca más, siendo, en mi opinión, excesivamente radical. A mi, como terapeuta, me parecerá difícil no querer intervenir más y mantenerme en esa postura de ignorancia. Habrá que saber más del tema y, como siempre, coger lo que nos sea útil.